LYDIA GARVÍN

 

ORGULLO DE BARRIO

Para Lydia Garvín supuso un reto llevar a cabo sus intervenciones artísticas en San Cristóbal, donde “toda intervención artística en el espacio público que no venga impulsada o auspiciada por el Ayuntamiento tiende a entenderse como un acto de vandalismo, y es retirada en cuestión de horas por los equipos de limpieza con el objetivo de que, al menos en apariencia, nada esté fuera de orden”. Partiendo de esta dificultad casi intrínseca al arte urbano, Garvín buscó otra manera de generar una huella en el barrio, y la encontró haciendo que sus propuestas apelasen directamente a la gente e involucrando al máximo a vecinas y vecinos en todo el proceso de creación. 

El resultado es una acción que transformó durante unos días algunos emplazamientos publicitarios, de iniciativa privada y consumo público, en espacios de expresión y promoción del barrio y para el barrio. Preguntándose qué sentido tiene anunciar Loewe en un barrio como San Cristóbal, y criticando como “vomitivo y deprimente” el aspiracionismo que se esconde detrás de los mensajes publicitarios, Garvín se apropió temporalmente de las marquesinas de las paradas de autobús para promocionar entidades y comercios representativos de San Cristóbal, entregándoles un espacio de privilegiada visibilidad copado habitualmente por productos y mensajes alejados de la realidad del barrio. 

A raíz de una serie de encuentros con personas y asociaciones de San Cristóbal, Garvín eligió cuatro negocios o entidades, cada uno de un palo diferente, que se consideraron representativos del barrio: Cinesia, centro vecinal autogestionado; la frutería de Doha y Jannat, el salón de belleza Atenearts y el Vietnam, uno de los bares más icónicos de la zona. La artista creó cuatro carteles únicos, pintados a mano con oleo-pastel, con el objetivo de que su materialidad obligase al espectador a mirar y preguntarse si aquello que estaba viendo era publicidad o no, contraponiéndose así a la serialidad mecanizada característica de las campañas publicitarias al uso. 

Además, la artista creó una baraja de cartas, al estilo de las tradicionales, con las que transmitir también cierto orgullo de barrio. La baraja, cuya trasera tiene escrito ese mismo lema, “Orgullo de barrio”, incluía los cuatro diseños de los carteles y se completaba con dibujos creados por las chicas y chicos del proyecto educativo de Galgo Flaco, que tiene como objetivo educar a través del arte y de la experiencia, así como ofrecer un ocio alternativo a personas de entre los 6 y los 12 años. En estas sesiones junto a Garvín, estas chicas y chicos volcaron en las cartas su visión en primera persona de los espacios más representativos de su barrio. La baraja, de tirada limitada a 100 ejemplares, funcionaba también como un recuerdo de la acción, como un objeto que poder tener en casa y con el que pueden incluso jugar, y que perdurará en el tiempo más allá de la acción artística.

 
 
 

LYDIA GARVÍN (MADRID)

Forma parte del panorama madrileño del arte desde hace 10 años, alternando entre la gestión cultural, comisarial y la produccion artistica. La ciudad es el amplio tema bajo el que se enmarcan todos sus proyectos. Se apropia de elementos, objetos o símbolos de un lugar (física o conceptualmente), para transformarlos y dejarlos en un lugar diferente al de su origen. Se ayuda de la ironía y el humor para profundizar en temas como la crisis de vivienda, las sociedades líquidas o la gente.

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